Bañado bajo los rayos de la luna,
cavilando bajo las estrellas,
agradezco el tener la fortuna
de ser bendecido con tantas cosas bellas.
En una noche plagada de aromas,
que endulzan mis sentidos,
donde prevalecen figuras monocromas,
y afloran recuerdos reprimidos.
Camino y no veo mis pasos,
pero escucho a mi corazón,
el cual palpita como si diera pincelazos
en el lienzo blanco que usa la razón.
Mientras tanto el viento eriza mi piel,
susurrándome secretos al oído,
algunos llenos de dulzura y otros de hiel,
de éxitos alcanzados y esfuerzos fallidos.
Las ramas de los arboles danzan a mi lado,
provocando un leve silbido,
como recordándome que del tiempo pasado,
cosas se atesoran y otras se tiran al olvido.
El murmullo de un arroyo cercano,
me acompaña llenándome de emoción,
obligándome a salir del encuadramiento cotidiano,
que enclaustra la imaginación.
Me dejo invadir por la fantasía,
y pongo a trabajar el subconsciente,
olvidando por un rato la hipocresía,
que en todos lados siempre está presente.
Me aparto por un momento de la realidad,
maquinando situaciones variadas,
que surgen cuando nos encontramos en soledad,
¡cuando tenemos nuestras mentes despejadas!.
Vuelo a donde no llega la razón,
un lugar en el cual la cordura fue olvidada,
en donde nada aprisiona al corazón,
y la creatividad se ve desbordada.
A la morada de muchos enamorados,
al refugio de artistas y escritores,
pero también de tantos despistados
que alteran químicamente sus neurotransmisores.
Pero al final debo regresar,
posando mis pasos en la realidad,
buscando el camino que me guie al hogar,
en donde me aguarda la felicidad.
Sin olvidar el aprendizaje de la travesía,
la cual fue muy estimulante,
y que se convertirá en la antología,
para escribir nuevos poemas Dios mediante.
Starlight