Preparando un sofrito en la casa,
y divagando por el mar de los recuerdos,
cavilo en como el tiempo pasa,
mientras mis movimientos se vuelven lerdos.
Pico finamente la cebolla,
quizá por ello brotan lágrimas de mis ojos,
mientras mi mente desembrolla,
sentimientos que otrora causaron congojos.
Corto en trozos el tomate,
viviendo mentalmente el pasado,
escuchando como mi corazón lentamente late,
por un recuerdo que creí olvidado.
Agrego un poco de cilantro,
para resaltar del guiso el sabor,
sin embargo me desconcentro,
al ahondar en esa época de dolor.
Añado botones de loroco,
para aumentar el aroma,
mientras que poco a poco,
la tranquilidad mi alma retoma.
Echo un poco de ajo rayado,
acompañado de paprika, sal y pimienta,
mientras la sartén con aceite he calentado,
mi mente de la realidad se ausenta.
Revuelvo lentamente todos los ingredientes,
agregando un poco de caldillo para su cocción,
analizando que las cosas hoy presentes,
las tengo por seguir la mente y no al corazón.
Meneo constantemente el guiso,
para que no se vaya a pegar,
lentamente todo lo cristalizo,
hasta las ideas que en el pasado deben quedar.
La estufa está a llama lenta,
la comida podría tardar un rato,
y aunque la calma un colapso experimenta,
doy gracias a Dios por tener un presente grato.
Con la mente aun confundida,
vuelvo a la realidad de a ramplón,
cuando escucho "Papi ya es esta la comida"
siento como despierta mi corazón.
Respondo “hijo falta tan solo un poco”
dejando atrás lo que estaba pensando,
quizá, reaccionando con algo de torpeza,
pero en el guiso me enfoco,
mientras que el omelete estoy preparando,
comprendiendo que está por demás esa tristeza.
Una vez termino de cocinar,
reparto todo en porciones,
llamo a mi familia a desayunar,
enterrando por completo esas emociones.
Starlight