NUNCA DEJEMOS DE SOÑAR

Cuando dejo de soñar,

me empaña la tristeza,

pues el pasado me ha de alcanzar,

destrozando mi entereza.

Pues en la vida muchas cosas nacen de los sueños,

de pensamientos de orígenes dudosos,

que a veces se catalogan de cenceños,

pero al final terminan siendo grandes y prodigiosos.

Cuando olvido que existe el mañana,

me condeno a repetir el pasado,

a caer de nuevo en la telaraña

de un camino que estaba equivocado.

El soñar ha sido origen de tantos inventos,

base para cientos de amores,

que a muchos hombres han hecho contentos

y otros tantos han traído sinsabores.

Cuando no dejo volar la imaginación,

las ideas se vuelven pesadas,

al no sacar lo que llevo en el corazón,

cargando el peso de sensaciones encontradas.

No hay nada malo en soñar

si se establecen un parámetro,

de metas que si se puedan alcanzar

y no en los que se usa un fantasiometro.

Cuando no concibo escribir,

me ahogo en mis pensamientos,

pues las letras me ayudan a vivir

al dejar aflorar mis sentimientos.

Pues son el reflejo de mi corazón,

esas palabras que nacen en alma,

que me llenan de una dulce sensación

y a mi espíritu mantienen en calma.

Cuando no veo más allá del presente,

me torturo con ideas obsoletas,

cayendo en el error de tanta gente

al pensar que todo se basa en realidades concretas.

Muy oscura podrá ser la noche

pero siempre habrá un nuevo día,

en el cual podremos hacer derroche

de la experiencia adquirida.

Nunca dejemos de soñar,

ni nos demos por vencidos,

pues lo que hoy nos pueda atormentar,

mañana serán tan solo recuerdos malparidos.