Después de una larga noche
pesada,
en donde las pasadías
no dejaban de aparecer,
lentamente llego a una
supuesta madrugada,
esperando que no sea
un espejismo y se llegue a desvanecer.
Con cuidado voy
guiando la mirada,
a ese sol que aparece
en el horizonte,
evitando formarme una
idea equivocada,
aunque la duda en mi
vida ahora es un polizonte.
No quiero sacar
conclusiones,
tampoco formarme alguna
vana esperanza,
ni construir en el
cielo falsas ilusiones,
quiero conservar con
cautela mi templanza.
De a poco quiero irme
levantando,
de esa cama en cual
estuve postrado,
quiero caminar seguro
y no ir apostando
a que del todo el ayer
se ha acabado.
Me siento a la orilla
de las inquietudes,
observo todo a mi alrededor,
determinando cuales
deben ser mis actitudes,
para no sumergirme de
nuevo en la piscina del dolor.
Quiero pensar en el
futuro,
pero al estar lleno de incertidumbre,
a mis deseos coloco un
muro,
el cual no deja que el
mañana vislumbre.
Me paro todavía tambaleando,
pues en mi confianza
aún no tengo firmeza,
ya que mi cuerpo
tiembla por lo que estaba pasando,
pero debo de olvidar
esa tristeza.
Doy un paso hacia el
frente,
para ganar distancia
del ayer,
actuando de forma
inteligente,
aprendiendo cuando me
debo detener.
Levanto la mirada al
cielo
y doy gracias al
creador,
por cumplir el
profundo anhelo,
que guardaba en mi
interior.
Quizá mi caminar sea
lento
y tal vez un tanto
complicado,
pero de la felicidad
quiero encontrar el yacimiento,
sin dar de nuevo un
paso errado.
A la distancia escucho
una melodía,
la cual por ahora no
puedo distinguir,
pero sé que con el
transcurrir de cada día,
mi corazón con ella volverá
a sonreír.
La esperanza puede lograr esos grandes anhelos del corazón.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Muy cierto Michel, es un un placer verte de nuevo, gracias por acompañarme
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu publicaciòn. Enhorabuena
ResponderEliminarun abrazo
fus