Un sueño truncado, es un sueño perdido,
enviado al hades por Mefisto,
a traición fue sorprendido,
pero el atacante no se dejó ser visto.
Sin embargo se sabe quién es el asesino,
pero nadie se anima a denunciar,
por no poner en riesgo su destino,
todo mundo prefiere callar.
Uno solo fue el artífice,
pero el plan muchos lo han maquilado,
los nombres flotan sobre la superficie,
en un mar de culpas por haberlo logrado.
Pero el tiempo será el único juez,
encargado de dictar sentencia,
de cobrar hasta la última nuez,
por los actos realizados con impertinencia.
Aunque no existe vendetta,
en el aire se percibe el dolor,
al descubrir de tantos su otra faceta,
en un matiz que muestra de ellos lo peor.
Pero que importa ya lo sucedido,
si nada se puede cambiar,
enterrado está ya el fallecido
y solo recuerdos de él han de quedar.
En el camposanto de la indiferencia,
fueron inhumados sus restos,
de un sueño que se formó con mucha paciencia,
y que fue asesinado por sus buenos gestos.
En su lapida se lee:
“Aquí yace un sueño truncado,
por culpa de mentes insensatas,
que olvidaron el tiempo pasado,
dejándose llevar por pasiones baratas”.
De su tumba brotan letras marchitas,
con las cuales se forman tristes poemas,
surgen como flores nacritas,
elaboradas con extraños apócemas.
Poemas que se pierden en el espacio
que ocupa la vil hipocresía,
de quien muestra un gesto falacio,
y que alimenta el ego con su ambrosia.
Ni el recuerdo queda de aquella noble ilusión,
amigos y familiares le han olvidado
y nadie visita ya el panteón
donde descansan sus restos, mas no su corazón.