Dentro en un bosque perdido,
oculto en la imaginación,
los poemas hacen su nido
cuando escuchan al corazón.
Un lugar de míticos paisajes,
donde existen duendes, hadas y princesas
y ocultos dentro de sus parajes
también encontramos troles, brujas y ogros llenos de bajezas.
Un sitio lleno de fantasía
sin límite ni frontera,
donde realizamos una larga travesía
llegando lejos pero sin dar un paso afuera.
Allí brotan ríos de ideas,
que desembocan en lagos de ilusiones,
donde se originan las panaceas
que alegran nuestros corazones.
Refugio de muchos poetas,
pintores y escultores,
oasis donde encuentran las facetas
que da vida a la pasión de sus amores.
El tiempo es relativo en ese follaje
pues podemos ir al futuro o al pasado
y no necesitamos de ningún equipaje
pues Dios de lo suficiente nos ha dotado.
Desde ese sitio hacemos viajes estelares
tocando la luna y las estrellas
bajamos a la profundidad de los mares
con tal de agradar a nuestras doncellas.
Pero no todo es alegría en ese lugar,
pues también existen pantanos,
que nuestra felicidad puede opacar,
si caemos en las fosas de pensamientos llanos.
Donde solo hay arenas elucubración,
rodeadas de flores de amargura,
donde sale lo peor del corazón
y se pierde la cordura.
Nuestra mente es capaz de tantas proezas
que el hombre aun no descubierto,
por ello cometemos tantas torpezas,
que a veces parecemos un puberto.
Porque la vida es prueba y error
y no debemos dejar de soñar,
de nosotros debemos dar lo mejor,
sin olvidar a quienes siempre nos han de amar.