Un mundo sin sonido,
aunque esté lleno de color,
se torna aburrido,
y a veces causa dolor.
Situaciones difíciles de controlar,
problemas que del aire caen en nuestras manos
y aunque mucho podamos amar,
nos convertimos por momentos en villanos.
Al sentirnos culpables
de algo que no pudimos prevenir
y aunque realmente no somos responsables
la sociedad a veces así nos hace sentir.
Tengo tantos cuestionamientos,
de lo que es y pudo ser,
al ver personas que callan sus pensamientos,
porque la diferencia no pueden entender.
Intelectos que se ven truncados,
en un futuro incierto por venir,
sueños que de nuestra alma fueron arrancados
y que no solo a nuestros hijos hacen sufrir.
Un mañana lleno de incertidumbres,
de preguntas sin respuesta,
pues el rechazo de la muchedumbre
a una discapacidad realmente apesta.
Un presente difícil de llevar,
luchando cual fuerte guerrero,
para que ellos puedan superar,
ayudándoles dando nuestro mayor esmero.
Imagina un mundo sin audición,
donde existen tantas cosas que aprender,
pues para entablar una simple conversación
muecas, señas o lectura labio facial debes saber.
No es tan comprensible si no se ha vivido,
ya que nadie se pone en tus zapatos,
yo lo entiendo porque lo he sufrido,
pero con mi hija también he tenido momentos gratos.
He visto el esfuerzo que realiza,
los triunfos que ha logrado,
en un mundo que todo esteriorisa,
donde el ser diferente es castigado.
Sin embargo estoy agradecido con el creador,
por la tarea que me ha dado,
pues me lo ha pagado con una hija llena de amor
despertando en mi el espíritu de lucha que había olvidado.